Si supiéramos que el único camino para lograr felicidad, calidad de vida y contribución social, es trascender y ampliar nuestro Yo, actuaríamos en esa ruta con objetivos muy claros.
Un país con una sociedad enferma, tiene una deficiente calidad de vida para sus ciudadanos. En contraste, un país con una sociedad sana y solidaria disfruta de una buena calidad de vida para sus habitantes.
Una sociedad sana no es la que tiene más infraestructura y servicios públicos de calidad, sino la que está constituida por individuos y familias virtuosas, que se conectan naturalmente con movimientos, expresiones y organizaciones sociales para producir transformaciones.
Una bujía en este círculo virtuoso es la solidaridad social, que representa el terreno fértil para ejercer la amplitud del Yo.
Primera esfera el Yo unipersonal; segunda esfera los míos, mi familia; tercera esfera, mi entorno más próximo, que sería mi barrio; y cuarta esfera, mi patria que me vio nacer, mi universo y la naturaleza, a quien me debo.
Estas familias virtuosas que requiere Nuevo León y México endosan un irreversible contrato social y nacional. De este modo, construimos visiones compartidas y enarbolamos un espíritu de unidad para solucionar problemas y tomar decisiones sobre el México que anhelamos heredar a nuestros hijos y nietos.
Sin familias virtuosas, sin amplitud del Yo, no habrá progreso, paz y desarrollo.
Una sociedad sana no es la que tiene más infraestructura y servicios públicos de calidad
José Rivero Santos