Enfoque
Por: Waldo Fernández
En nuestro país hay alrededor de 6.1 millones de propiedades deshabitadas o abandonadas, según el Censo Población y Vivienda 2020 del INEGI.
Lo anterior se debe, en gran parte, no al desinterés por los propietarios por su patrimonio sino por las condiciones del inmueble.
Allá por 2017, Richard Morsi reportó para Los Angeles Times una bomba: dieciséis años atrás, México se embarcó en una campaña monumental para elevar el nivel de vida de sus trabajadores, construyendo cientos de miles de viviendas asequibles en las ciudades ante el abandono del campo.
Lo que era un objetivo noble fue un campo de cultivo para la corrupción. La gran mayoría de estas viviendas se crearon en medio de la nada y sin los servicios más básicos para ser habitadas (agua, luz, transporte público). Para reducir costos y ganar más, los desarrolladores redujeron el tamaño de las casas donde, literalmente, la gente tenía que dormir a lado de la lavadora.
En Pesquería, ante el boom demográfico y económico que vivió el municipio hace casi diez años se construyeron nuevos fraccionamientos que por razones similares a las mencionadas o por la inseguridad de la zona, fueron desocupadas. Se estima que tan sólo en este municipio hay más de 12 mil casas deshabitadas, casi la mitad de las que se construyeron.
El sector Valle de Santa María, destaca entre otros, por ser el desarrollo más grande de Latinoamérica que hoy tiene el 70 por ciento de sus viviendas en total abandono, propiciando todo tipo de actos violentos.
Desde la llegada del presidente López Obrador se ha rechazado este modelo que creaba riqueza para los desarrolladores a costa de los trabajadores. Ahora, se ha buscado recuperar las viviendas abandonadas que puedan ser habitadas y priorizar aquellos créditos donde el trabajador decida qué hacer con su dinero y dónde quiere vivir.
Revertir todo el daño que nos dejaron los gobiernos pasados, como lo que sucede en Valle de Santa María, no ha sido fácil pero la 4T lo está haciendo.
El desarrollo Valle de Santa María, en Pesquería, destaca por ser el más grande de Latinoamérica que hoy tiene el 70 por ciento de sus viviendas en total abandono.