Cada día las cadenas logísticas toman mayor relevancia en las operaciones de comercio internacional. Sin embargo, los retos a los que se enfrentan son mayúsculos y, al parecer, no se dimensionan los efectos negativos de estas acciones.
Primero, si hablamos de transporte terrestre, está en plena crisis, derivada de los bloqueos en carreteras y, ni hablar, de las extorsiones que sufre el sector. Solo imaginen que se está gestando un paro nacional liderado por el gremio agrícola y del transporte; si esto sucede, la economía de México tendría una pérdida brutal. Solo imaginen que el transporte esté más de 40 horas detenido en una carretera (lo cual ya sucedió), con el operador sin alimento ni lugar dónde descansar, y todavía sumemos que en esa situación también son asaltados.
Sabemos que las autoridades competentes en esta materia trabajan intensamente, pero no es suficiente. Se dice que hay más de 50 robos por semana en el país, según lo que se escucha en el medio. Esto trae como resultado que se encarezcan los servicios y, además, los costos de los seguros.
Por otro lado, añadimos los retrasos operativos en los puertos marítimos para despachar contenedores: hay registros de demoras de hasta 40 horas para sacar un contenedor del puerto.
Creo que llegará el momento de hacer una reinfraestructura operativa para solucionar estos retos y evitar que continúen los bloqueos en carreteras, así como otros delitos.
Ahora, si seguimos con el tema arancelario para el intercambio de mercancías, esto sin duda termina de formar la tormenta perfecta en contra de la logística.
