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¿Que renuncie Samuel?

Existe un deporte extremo en Nuevo León. No estoy hablando de un deporte físico, sino uno más riesgoso y sin duda, muy dañino. El deporte extremo se llama “destituir gobernadores” y lo impulsa el poder fáctico de Nuevo León.

Quienes lo conforman no son elegidos por la ciudadanía por métodos democráticos, ni tampoco se asumen como un poder que influye en otros.

Los poderosos, como los llamo, se han hecho expertos en impulsar, acompañar y asesorar a candidatos –y luego gobernadores– populares, con campañas innovadoras y brillantes.

Sin embargo, al cabo de pocos meses y ante las primeras crisis, éstos buscan “tumbar” a los gobernantes que ellos mismos eligieron, acusándolos de novatos y poco capaces para llevar las riendas del estado.

Así, en Nuevo León es común que los gobernadores no terminen sus sexenios –como Sócrates Rizzo o Fernando Canales– o que a poco tiempo de sus mandatos se busque su remoción –como fue con Rodrigo Medina o Jaime Rodríguez Calderón–.

Más allá de que tan buenos o malos gobernantes fueron y de que la población pida una revocación de mandato, que es democrática y válida, lo que veo con preocupación es reclamos ciudadanos que lejos de importarles las inquietudes ciudadanas, los poderosos ponen y desechan gobernantes a su gusto y conveniencia personal.

Es increíble que a siete meses del gobierno de Samuel García se hable ya de sacarlo del poder. Creo que cambiar de gobernadores cada siete meses no dará el resultado que esperamos.

Quienes crean que impulsando esta agenda le hacen un bien a Nuevo León están equivocados. Lo que debemos hacer es exigir resultados al Ejecutivo Estatal.

Para ello, debe reconfigurar su gabinete y su forma de gobernar. Me temo que si no lo hace, los poderosos harán valer toda su fuerza para destituirlo y pasar al siguiente proyecto, igual de malo para Nuevo León.

Más allá de que tan buenos o malos gobernantes fueron y de que la población pida una revocación de mandato, que es democrática y válida, lo que veo con preocupación es que lejos de importarles las preocupaciones ciudadanas.
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